Uiii, puedo escribir la Biblia.
Me considero una persona sensible. Muy sensible, demasiado según mis amigos. No puedo evitar llorar, lloro mucho. Siempre intento aguantar las lágrimas pero es inevitable. Soy insegura, mucho, y eso hace que tenga muchos problemas.
La sinceridad es algo característico en mí, odio la mentira y SIEMPRE digo la verdad, siempre. Odio que me mientan, es lo que más odio.
Soy muy muy muy cariñosa, necesito cariñitos. Estoy todo el dia abrazando y dando besos a mi mejor amigo, y por eso la gente piensa o que me gusta o que estamos saliendo. Y no es así, solo es que necesito demostrar lo que siento.
Y estoy loca, amo hacer gilipolleces y locuras. Amo divertirme, me encanta sonreir.
Y la gente piensa que por que estoy todo el dia riendome soy gilipollas o algo, porque digamos que pasan de mí. Odio esas risitas y miradas que me lanzan.
Porque tenga una sonrisa en mi cara no significa que este bien, solo que no me gusta dar explicaciones de como me siento. Prefiero reservarmelo a mí.
Y por último, soy responsable, estudio para poder tener el futuro que tengo, y que espero. Paso de describirme fisicamente.
Así soy yo.
Me llamo Carmen Rechi, sí, lo sé, un nombre un poco común para tus oídos. Pero no te preocupes, no soy muy diferente de ti, quizás solo un poco. No pienso, actúo. Claro que eso algunas veces me da muchos problemas. Me gusta soñar, cerrar los ojos y dejar volar mi imaginación, me gusta poder ponerme los cascos de mi mp4 y entrar en mi otro mundo, aquel mundo que no tiene nada que ver con este. Allí donde no soy la pringada de turno, ni la niña rara, soy alguien importante, realmente importante. Soy la dueña de mis pensamientos, de mis decisiones, hasta puedo decir que podría tener dominio sobre mis sentimientos.
No es que sea distinta, simplemente tengo otra forma de pensar. Durante años he intentado encajar, he querido ser igual que todas ellas.
Vestir a la última moda, salir con el chico más guapo del instituto, tener el último modelo de teléfono móvil y tener eso a lo que ellas llamaban “clase”. No es que se me diera mal, si no que tardé mucho en darme cuenta de que yo no era ese tipo de persona. Ahora estás terminando de leer el principio de un gran mundo.
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